19/7/11

Entre páginas difíciles de olvidar ♪

Soy capaz de opinar de todo eso sobre lo que tenga un fundamento basado en teorías sólidas, erróneas o acertadas, pero mías.
Tengo personalidad, ideales, puntos de vista propios, creencias, sentimientos increíblemente intensos, una lógica retorcida y un par de objetivos.
Soy extremadamente distraída, pero mi memoria no dice lo mismo.
También tengo cinco tuercas flojas, y dos dedos de frente.
La falta de actitud y delirio me aburre.
Tengo un sentido del humor a veces ácido y otras totalmente idiota y delirante.
Me repugna toda persona que aparenta solamente para llamar la atención.
Siento "ternura" muchas veces, y viviría abrazada a las personas que quiero.
También soy molesta, SÍ.
Lloro más de lo que quisiera, aunque muy pocas personas lo saben.
Me ponen idiota los juegos de ingenio, y las personas que se hacen las inteligentes y astutas.
No puedo relacionarme con personas que tienen una forma de pensar vacía y trivial.
No, ¡no te confundas! No estoy siendo soberbia, estoy siendo sincera.
Mi altura no me hace alguien interesante, mi pelo no es rubio ni lacio, mi piel no es dorada, no me interesa tener una silueta envidiable.
Mi boca es chiquita, aunque mi sonrisa es amplia.

Mis manos no son para nada 'delicadas', no tengo lunares sugestivos, ni una cara perfecta y angulosa.
Prefiero conservar la originalidad, la perfección no es algo que me atraiga.
Sé que soy terca, y un poco celosa, contradictoria y vulnerable, algo paranoica e indecisa, irónica, sarcástica y arrogante, impulsiva e insegura.
La cordialidad llega a cero cuando me enojo.
A veces no sé decir 'basta', y soy más volátil que el polvo.
Cambio de aire y entorno de la noche a la mañana, y puedo desaparecer días enteros sin previo aviso.
Soy totalmente histérica e insoportable, inconstante e infantil, delirante y distraída, enamoradiza e indiferente, vengativa y enemiga eterna, crítica y ‘objetiva'.


Y a decir verdad, yo me imaginaba un sueño pintado de azules, y violetas.
Esperaba un otoño repleto de marrones, y naranjas.
Esperaba un mar infinito, pacífico, inmenso.
Esperaba al amor eterno, ese amor de la vida, el de los sueños.
Esperaba morir haciendo el amor, reviviendo en cada aliento.
Esperaba un dolor dulce, una alegría espontánea.
Esperaba que las lágrimas tuvieran sabor a paz.
Esperaba encontrar un refugio, un lugar.
Esperaba que entiendas, sin necesidad de explicar.
Esperaba entender, también.
Y sueño cada tanto, pero no con azules, ni con violetas, sueño con una extensa gama de grises.
Y mi otoño es un verano, y el mar un río turbio.
Y unos cuántos acordes ya no me hacen llorar.
El dolor dulce no lastima, permanece... Es el que a veces, entre la niebla, me acaricia, y me desgarra sin piedad, pura misericordia.
Tengo los ojos bien abiertos, y un alma que no se cansa de observar.
¡Y qué amargas aún las lágrimas!
Siguen teniendo el mismo sabor a sal...
Tengo un corazón del tamaño de mi puño, que a veces se cansa de latir, que no perdona más, que desde ahora está lleno de algo que algunos llaman 'libertad'.
¡Y mi mente! ¡Mi mente! Una mente en blanco y negro, con mínimos pero brillantes ocres y verdes.
Yo esperaba...
Ahora veo lo que tengo y lo que no.
Ahora busco lo que quiero, lo que necesito, y no me canso de buscar.
Yo sé que existe.
Tiene que existir.
¿Existirá?



No hay comentarios: